* DISERTACIÓN DE LA SAETA

En memoria de aquellos saeteros de La Puebla que murieron en el anonimato y que seguramente cantarán en el cielo saetas a Jesucristo en el Viernes Santo.


La saeta es el cante más hermoso y sentimental que se canta desde hace varios siglos en Andalucía a las imágenes procesionales en Semana Santa.
La saeta es un cante que emociona y que hace llorar. He visto más de una vez a un saetero con un pañuelo en la mano limpiándose las lágrimas y llorando de emoción y sentimiento por la letra y por el cante.
La saeta es como una flecha que se le clava a uno en el corazón cuando se escucha en el silencio de la noche, y no es posible entonces contener las lágrimas y se llora como un niños por el dolor con que se canta.
La saeta de La Puebla es un cante gregoriano de origen litúrgico, y según se dice, fue creada por los frailes del convento de San Francisco que alentaban e invitaban al pueblo para que las cantara a las imágenes. También se dice que eran estos frailes quienes escribían las letras y componían el tono de los pregones que antiguamente se cantaban en el sermón de Jesús, en la madrugada del Viernes de Pasión.

Las saetas se cantan en varios estilos: por martinetes, por seguiriyas, por carceleras, etc. Saeteros de inolvidables recuerdo entre los aficionados fueron entre otros: Vallejo, Centeno, El Niño Gloria, La Niña de la Alfalfa, La Niña de los Peines, Pepe Pinto...
Saetas hay en casi todos los pueblos de Andalucía, con una melodía común pero con diferente aire, así las tenemos en Marchena, La Puebla de Cazalla, Puente Genil, Lucena, Arcos de la Frontera, etc.
Hay Saetas que se cantan en las rogativas pidiendo la lluvia al cielo, entonces se saca la imagen por las calles del lugar, casi siempre la del Cristo de la Aguas o una Virgen del mismo título, y a veces estas letras:
¡Cristo de las Aguas,
corona de espinas,
mándanos el agua,
pura y cristalina!.
¡Los campos se secan,
los bichos se mueren,
todos pereceremos,
Madre si no llueve!.

Otras veces se le canta a Nuestro Padre Jesús o a su Dulcísima Madre por la curación de un ser querido gravemente enfermo, y entonces se hace con estas letras:


¡Padre Jesús Nazareno,
ten piedad y compasión,
cura a un padre bueno,
te lo pido con mi alma,
y con todo mi corazón!.
¡Con el corazón te pido,
Padre Jesús Nazareno,
que pongas a mi padre bueno,
y que se cure su enfermedad,
por lo mucho que te quiero!.
Las hay también que tratan de los sufrimientos de Nuestro Señor en su Pasión, y nos narran, chorreantes de dolor, cómo fue su agonía por nuestra salvación:

¡La sangre te chorreaba,
y el corazón te partían,
y tu mirando al cielo,
para ellos clemencia pedías!.

¡Una corona de espinas,
en tu sien te clavaron,
y amarrado a la columna,
los judíos te azotaron!.

¿Dónde van las golondrinas
con su pico tan sereno?
Van a quitarle las espinas
a Jesús el Nazareno.

Las golondrinas volaban,
y trinaban de alegría,
porque iban a quitarle a Cristo,
las espinas que tenían.

La carcelera es una variedad de saetas que los presos cantaban a las imágenes cuando éstas pasaban delante de la prisión donde arrastraban su condena. ¡Qué emoción y qué sentimiento cuando pasaba la Esperanza de Triana por la vieja cárcel del Pópulo y se paraba ante ella para escuchar conmovida por la pena de ver a ese su hijo que con el corazón partido de dolor y arrepentimiento, detrás de la reja se arrancaba con esta letra!:

¡Virgen de la Esperanza,
amparo del presidiario,
ampárame aquí que vengo,
a presidio por diez años!.

En la Puebla año tras año, se veía aquella figura bendita de Nuestro Padre Jesús que se acercaba a la reja de la cárcel de la calle Fábrica, aquella bendita imagen que no se merecía lo que hicieron con ella, y que nos mostraba a un verdadero Dios y a un verdadero hombre llamado Jesús cargando con gesto dolorido con la pesada carga de nuestros pecados:


¡ De oro son tus potencias,
y la corona de espinas,
tú la llevas con paciencia,
sobre tu espalda divina,
la cruz de la penitencia!

Desde el Calvario se oía
las voces de un moribundo,
que en su lamento decía:
estoy solo en este mundo,
¡ ampárame madre mía !

Viernes Santo tras Viernes Santo recorría las calles de La Puebla aquella figura que hacía llorar a las piedras.
Pero hay letras para todos los gustos, y prueba de ello son éstas que refiero en las anécdotas que siguen a continuación y que tuvieron lugar en Sevilla durante su incomparable Semana Santa.
Había en la Campana cierto día una mujer viendo pasar las cofradías, vestida modestamente, pelo negro anillado de suyo propio con rodete bajo y cierto aire como de cigarrera: una mujer sencilla.
Llegaba en aquel momento el paso del Beso de Judas, donde se ve a éste en el momento en que besa a Jesucristo. La mujer, algo nerviosilla y emocionada se arrancó con la siguiente letra:

¿ Quién sería la madre
que parió a Judas ?
¡ Qué hijos tan indignos
paren algunas !

La siguiente saeta anecdótica no hay certeza de que se llegara a cantar, pero posiblemente se cantó en Sevilla.
Un hombre que parecía algo nervioso contemplaba el paso de La Sentencia cuando va a entrar en San Gil. En este paso va Pilatos lavándose las manos en una palangana, Claudia su esposa va delante de rodillas pidiendo clemencia para Jesús, junto al cual va el Sanedrín leyéndole la sentencia.
Pues bien, se veía a este hombre tan indignado, con los dientes apretados, contemplando el paso una y otra vez hasta que ya no pudo aguantar más y se arrancó de esta manera:

Pilatos como es tan falso,
tan judas y tan traidor,
después de lavarse las manos,
la sentencia la firmó,
y por eso yo me cago
en la madre que lo parió.

Pero todavía quizás sea más dura que las anteriores, esta letra que se cantó en la Plaza del Duque cierto día de la Semana Santa en que pasaba el paso donde se representa a los sayones golpeando a Jesús, que muestra su sangre preciosa chorreándole por las espaldas.
El protagonista, un hombre de pueblo, nervioso y no pudiendo aguantar más lo que estaba viendo, salió indignado con la siguiente saeta:

Te azotan y te abofetean,
por poco te dejan tuerto,
quisiera saber quienes son
para cagarme en sus m....

Y para terminar con las letras de saetas anecdóticas, hasta el "Chiqui Natera", aquel muchacho discapacitado que caminaba por La Puebla sin rumbo fijo, llegó a cantar en cierta ocasión a Nuestro Padre Jesús una saeta con la letra futbolística que a continuación se menciona:

El Cristo de los Faroles
le dijo a "Butragueño":
¡ A ver si marcas más goles !


Y así año tras año van pasando estas Semanas, las cofradías estrenan un paso y otro, los varales, etc., pero las saetas siempre serán las mismas aunque con diferente letra.


Antonio Torres Montesinos.
Verano de 1.994. La Puebla de Cazalla.